sábado, 1 de diciembre de 2012

La educación nos ha fallado



Estoy calificando (o más bien intentando calificar) a mis alumnos de Artes Escénicas de la Escuela de Comunicaciones en la universidad donde doy clase, y no puedo calificar su último parcial.

Todos los criterios que puse en el test no son válidos. La pedagogía creo que ha fallado. Mis conocimientos sobre evaluación de los aprendizajes se han venido abajo. No solo se me viene todo, sino la evaluación como tal no tiene validez.


Ayer se presentaron en el Teatro Nacional de Santa Ana con un montaje de la obra Funeral Home del salvadoreño Walter Béneke en el que me sentía responsable de instruirles sobre el arte teatral y el arte de actuar. Esta obra significaba un gran compromiso por varios sentidos. En primer lugar, porque es una obra densa y por que tiene una estructura muy compleja donde en poco tiempo no era suficiente para asimilarla. Lo segundo, es que, es de un salvadoreño y un buen dramaturgo, quien creó la posibilidad de formación artística real en el país, es decir, creo el primer bachillerato en artes de donde los grandes del teatro salvadoreño estudiaron. Bueno, el punto es que estaba seguro que la camisa nos iba quedar grande y nos arriesgamos. Cuando uno se arriesga, o gana o pierde, solo tiene dos opciones. Lo importante ahora, no es hablar sobre el montaje, sino de mis alumnos y sobre la educación.


Como se imaginarán, teniendo en cuenta tanto elemento que los involucraba, en cuanto al tiempo, el espacio y sus capacidades (algunos era su primera vez). Todos de alguna manera se esforzaron, sobre todo los últimos días. Yo simplemente observaba, prestaba suma atención a sus comportamientos con respecto a la obra, su preocupación, su entrega y sobre todo el trabajo en equipo. Claro que muchas cosas no salieron como deseamos o como yo les dije que tenían que salir, pero en general era evidente que estaban dando lo mejor de ellos.


Por eso digo, los criterios de conceptual, procedimental y actitudinal ya no son válidos, es decir limitan al ser humano y éste es mucho más complejo, es más variable, es muy indescifrable. Cómo los voy a calificar si hay mucho elementos que no pueden ser calificables, que no tienen número, y que por consiguiente validan el hecho de que los seres humanos sobre todo en este tipo de actividades no somos un número, no los puedo encasillar. Para mi todos tienen 10 o no sé qué número, todos se esforzaron, todos sufrieron saber qué es estar en la tablas frente al gran monstruo que es el público. Ni aunque se les hubiera olvidados su parlamento, ni aunque el sonido halla entrado antes, ni que no estuvieran listos y el público estuviera esperando ansioso, y así, aún no se pueden limitar a un número todo la experiencia, es decir, el verdadero premio o calificación es la que ellos mismos se dan, es la experiencia misma. En fin, creo que cualquier criterio se queda inválido por que no logra definir o identificar al ser humano que se entregó, que por un momento estuvo vivo allí frente a otros. Por mencionar un ejemplo de un alumno que se retira de la universidad y aún así se presentó para hacer los suyo dentro de la obra, qué tendré que decir yo frente a esto: nada. Calificarlo sería perderle, sería descalificarlo, anular su existencia como tal, su brillantez y su responsabilidad y eso no es nada cuantificable.


Claro que todo esto responde a muchas cosas, es decir, a un sistema que te selecciona aunque los/mis alumnos, ni uno es más que otro y ni uno sufrió menos que los otros. La educación por consiguiente es parte y aparato potente de ese sistema que nos clasifica que nos discrimina o nos acepta y es por eso que la evaluación se vuelve una arma súper afilada por parte de cualquier docente. Y como los estudiantes poco reflexionan, mucho se gradúan sin darse cuenta que tener 10 o 6 no significaba nada. Pero este sufrimiento se debe también a que las instituciones educativas ponderan al que tiene 10 mucho más que al que tiene 6, o en su efecto destructor, eliminan al que tiene 5 y no se puede superar. Entonces esto conlleva un trauma para el joven cuando tener un 5 de nota no significa más que nada. No es malo tener un 5, nunca.


Concluyo que todos somos distintos, y las capacidades que tiene uno puede que no las halla desarrollado el otro y ni siquiera debe desarrollarlas si no quiere. Somos distintos y esos nos hace hermosos seres humanos. No tenemos por qué ser igual a otros, tenemos que pensar como nosotros y desde nuestra filosofía. La educación intenta uniformar y por eso tiene como herramienta la evaluación y entonces se vuelve muy agresiva y comienza a tener validez "el mundo sin escuelas (Ivan Illich)" y pienso es la capacidad autodidacta donde es posible de verdad el aprendizaje significativo, es decir lo que de verdad a uno le interesa saber y estudiar. Pero cuando esto sea cierto, yo ya no estaré dando clases o ya no estaré vivo; bueno, si es que llega a suceder. Contra una estructura tan arraigada como el estado y la educación un individuo en la nada como yo... (una golondrina no hace verano) es mejor darle un 5 para eliminarlo.


La educación nos ha fallado, es una mentira.


Y aquí estoy, como parte indiscutible de eso que llamamos "educación para la liberación, para crear cultura, ciencia, etc", violándome a mi mismo, intentando poner una calificación, un número a mis alumnos aunque me niegue. Por que soy parte de toda esta miasma y soy también un asesino de sus individualidades.


Perdónenme mis queridos compañero, mis alumnos, perdonen lo mal docente que soy. Perdón por ponerles una nota.