jueves, 21 de noviembre de 2013

Me he vuelto un adulto

Cosas de este años que me vuelven un adulto.

Desde hace un tiempo me he negado a seguir escribiendo en este mi blog, hoy lo intento de nuevo como hijo pródigo. No suelo hacerlo, ahora, tan seguido por múltiples razones, la principal, es que esto es un compromiso conmigo que no he querido adquirir con seriedad.

En los últimos días me están sucediendo demasiadas cosas. En primer lugar hace un mes estrené Las Criadas, lo cual me da mucha satisfacción porque fue más de un año de preparación. La pequeña temporada fue un éxito.

En resumidas cuentas, estoy por egresar de literatura, de lo que sé nada. Pasado mañana me dan un premio en mi pueblo. He creado dos proyectos geniales para el otro año. Comenzaré mi tesis sobre el personaje en la dramaturgia de posguerra en El Salvador. Tengo programados dos viajes en enero. En fin.

Qué bueno y qué pesado, y como diría Alfonsina, lo más difícil
no es llegar a la cima, si no, mantenerse.
Amén.

PD: lo que me hace adulto es que tengo canas

lunes, 6 de mayo de 2013

Entre nos y entre vos

Ahí vamos de nuevo. Precisamente cuando alguna que otras fisuras dejan de ser arrugas y otras se vuelven maleza, los mosquitos atacan cada poro, como si los conocieran, como si fueran dueños de ellos, su cráteres.

Somos cráneos decía una amigo en una correspondencia, así, cráneos. Yo me siento inválido y enyesado, y me pica el yeso, me rasco y quedan cicatrices. Ahora más que nunca me vuelvo yeso, me vuelvo cicatriz  me vuelvo carne rasgada y morada, carne trémula-tímida, intima.

Mañana viene una migo de Nicaragua a quedarse conmigo, me causa una ternura enorme, tengo nada que ofrecerle pero es un espejo para mi. Yo necesito ayuda y tendré que dársela a otro. Y por otro lado sigo comunicándome con otras personas a través de un correo que posibilita originar el monólogo. Pero he aquí que soy nada y cuando eso pasa, me convierto a mí mismo, a buscar de entre algunas cosa qué queda de quién fui, o qué queda de quien soy.

Siguen picando los mosquitos, se llevan mi sangre, llora mi piel.

domingo, 24 de marzo de 2013

Un intento leve

A veces las cosa no van muy bien. Y ni siquiera la sintaxis está a favor.
Se juntan un montón de nudos de garganta.
Brotan espinillas donde no te lo imaginas, y duelen peor que en otros lados del cuerpo. Te hacen ver feo.
A veces te falla el botón de encender.
Se te termina la pasta de dientes, te toca con el enjuague nada más. Pierdes el cepillo ¿dónde está el maldito cepillo de dientes? Es muy importante cuidarse los dientes.
Tu muela cordal salió hace ratos y ahora te muerdes sin querer.
Siempre has tenido panza que te hace ver mal y ahora ha crecido mucho más.
Ves más porno que nunca.
Te depilas por primera vez las piernas con una afeitadora.
Comes rápido.
A veces, cuando las cosas no van muy bien, sientes que constantemente tropiezas. Pareciera que no manejas muy bien los zapatos.
No descansas.
Siempre estás pendiente de las redes sociales, en especial el Facebook.
Siempre hay alguien con quien hablas mucho y nada (los mejores amigos del mundo pero nunca nos abrazamos)
Esas veces se están convirtiendo en rutina.
Te desvelas escuchando música de Janis Joplin.
De repente te entran una ganas enormes de desnudarte, de emprender locura.
De tirarte.
De coger con quien siempre has querido pero que nunca se ha podido.
De visitar a tu abuelo que vive lejos y quedarte un día con él, que te cuente quién es.
Dan ganas de dormir mucho tiempo, como tres días.
Pero lo que hacés es emborracharte hasta el vómito que te representa y te devuelve la conciencia.
A veces pierdes a un ser amado. Borras poco a poco su foto mojando un paño con saliva y lágrima.
Mucha gente sin comida, sin internet, sin saldo, sin zapatos.
Mucha gente tiene mi edad y se queja, tiene crisis, se frustran, les da miedo llegar a los treinta.
Acongoja no tener amigos, hermanos, padrinos, hijos con quien joder y a quien extrañar.
A mi no me pasa todo esto, no me siento así. Yo soy feliz, yo tengo lo que quiero lo que siempre he querido.
Bueno, no todo. Quizás...
                                       solo a veces, hay un leve, muy leve intento de escribirle un papel, dejarlo bajo su puerta:
Hola, estoy vivo todavía.