Camino
nuevamente. Pasaron por aquí con sus sensores. Se arrastraba, ligada,
intencionada, pútrida una vaca en la ciudad. Tres personas corren por las
calles, desesperadas. Una de ellas cae, es un niño y nadie se detiene a
ayudarlo, los otros dos siguen sin parar. El niño mira el cielo con su iris
fijo. No hay sol. No sé dónde estoy y la neblina no deja ver horizontes.
El suelo
está húmedo y hace calor. No hay más árboles. Queda el esqueleto de un
pájaro carpintero que nunca logró hacer un hoyo en una farola. Huele a moho.
Hay varias manchas de sangre en los
parques, en las aceras. Incontables son las cárcavas como cráteres. Un cable
eléctrico tira chispas. El bulevar silencioso y algunas máquinas de los juegos
de niños, en los centros comerciales, todavía se mueven y hacen su musiquita de
Disney. Otra máquina que pesaba a las personas, habla diciendo:
bibibienveeeenido, coooloca una moneeee, biiiieeeenveni colooo, biiien bieeeen
nedaaa cooolomoneda. Los cajeros, las luces, los parlantes, los anuncios y los
semáforos están apagados. Vidrios rotos, unas cuantas cucarachas y maniquís
intactos, humo, humo, humo. Alguien grita. Disparos como si fuera el primero de
enero. A lo lejos también, se ve que algo brilla, es una botella de vidrio. Hay
edificio más alto que yo. El volcán tiene una rajadura hirviendo y las casas se
han ido bajo tierra. Un día, me acosté
temprano, a la mañana siguiente no había luz y olía a pollo quemado. A salir de
mi casa vi las llamas de una montaña de personas. Eran ellos. Dormí demasiado.
Me hace falta un ojo y mi pierna derecha es mecánica. Este día me levanté
temprano nuevamente y, camino buscando tu casa, te busco. Sé que vives, solo lo
sé.
Hey! No se como termine aqui, pero me gusta lo que escribes. agregame a tu facebook si tienes. el mio es Jorge de Vicien o me buscas por mi correo: jdevicien@yahoo.com.ar Hay un libro en formato pdf que te quiero pasar.
ResponderEliminarAbrazo desde Argentina,
Jorge