sábado, 7 de abril de 2012

La mente se enciende con el calor


Hace un calor innecesario que no me deja dormir y mi mente ha estado desde un gran rato armando las más ingeniosas y absurdas ideas para dramas que quiero escribir. El calor sofoca. El calor, despierta. El calor libera. Un calor que de nos ser por el ventilador en estos momentos la casa estaría incendiada – imagino el incendio y de dónde proviene – hay tantas cosas en las que se ocupa mi mente.
-          Le dije a mis alumnos pequeñitos que jugaríamos a representar el cuento La Caperucita Roja, una de ellos, que tiene nueve años, me dijo si sabía que otra historia se escondía tras el cuento, y luego me preguntó, si quería escucharla.
Evité poner cara de atónito  y serenamente le dije que si sabía que se escondía tras el cuento que nos lo dijera. Antes aborté la idea y les dije que… pensé en otro cuento… Todos los cuentos infantiles tienen una historia escondida, no se me vino mejor idea. Cambié al verlos no muy animados con eso de jugar a montar los cuentos (pobre Charles Perrault o  Hans Christian Andersen). A partir de pensar en Perrault terminé proponiéndoles que jugáramos a que estábamos en un juicio, lo cual, les emocionó mucho. Soy más ingenuo que mis niños.
A partir de Anderson, me acordé de un cuento de él que se llama Ruiseñor y de ahí llegué a Matar a un Ruiseñor, y de Harper Lee, llegué a Truman Capote, con El Arpa de Hierba y A Sangre Fría, para luego pensar en la buena interpretación del actor que no acuerdo su nombre en la película sobre éste último libro y vida del autor que se llamaba… Ah, sí, Historia de un crimen. De Truman, a Andy Warhol y claro a Tennessee Williams y de ellos a Arthur Miller, de Arthur Miller a Henry Miller y a otros Miller  incluyendo a Liliana Felipe. Entre todo aquello me dije, Truman, Andy, Tennessee y Arthur debieron conocerse, aunque  tengo constancia que Truman, Tennessee y Arthur sí se conocieron. De Arthur pensé en Marilyn Monroe y de cuando Truman fue a su casa y le dijo que el cuadro que tenía en su pared estaba de cabeza, le dijo, querida el Matisse está al revés.
Me levanté y leí los poemas de Marilyn que me recomendaron para leerla y que se me borrará de la mente que era una blondy, definitivamente sus poemas me gustaron mucho y sigo creyendo que es una blondy, es más con ella se debió haber fundado la estética literaria blondy. Seguramente está ligada con la literatura rosa o pop como la de Manuel Puig. Me a cordé de la película Los Caballeros las prefieren rubias, pienso que nadie sabe que ella le copió a Rita Hayworth y de ahí todas las rubias hasta Madonna en Erótica. ¡Dios santo! Debo terminar el libro de Manuel Puig La Traición de Rita Hayworth que es muy bueno.
A partir de eso acordarme de no haber terminado un libro, pensé nuevamente (porque ya había llegado a ésta conclusión con anterioridad y varias veces) que soy un promiscuo literario, no he terminado con uno cuando ya quiero el otro. Y en orden no he leído de mi estante de libros, al menos no he terminado, de forma cronológicamente regresiva: Mi nuevo libro de obras de teatro de Arthur Miller, el de ensayos de él, el de cine de Ingmar Bergman, el de Doris Lesing, el de las obras de teatro de Prestley, El Erotómano de Ian Gibson, el de Elia Kazan, el de Samuel Robinski la obra de teatro que escribió sobre Monseñor Romero, ese de Manuel Puig, el de ensayos de Huxley, y del que tengo que hacer una tarea, el de William Blake. En fin, seguramente se me escapa alguno…
¡Qué calor! Estoy cansado y voy a tratar de dormir, y tratar de olvidar entre tanta cosa, la razón por la que me siento un tanto triste. Mañana, es posible,  la tristeza se disipe con un poco de lectura.  

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