martes, 18 de octubre de 2011

ANTES DE DORMIR







Suena Father Lucifer  de Tori Amos, pienso en su complicada vida, de la vez que la violaron por su imprudencia, amenazándola de muerte. Tori seguramente aprendió de la experiencia, que los deseos pueden convertirse en pesadilla. Veo el techo, suspiro, veo la pared y pienso que me hace falta no solo una repisa que poner para que ocupe espacio en mi cuarto, me pregunto cuáles son mis limites, los límites del deseo y si éste tiene límites. Vuelo a pensar en Tori y de lo mucho que tenía de no escucharla, pienso en su pelo rosa  y siento mi sábana, rosa. El frío se disipa y el calor me desnuda. Un dolor trémulo en la espina, imágenes, luces, colores vienen, cambios, cabellos, lunares, la vuelta al mundo, el deseo, el suspiro, el ambiente. Amos sigue cantando y su piano aumenta en agilidad. Yo, agito también mi respiración, las teclas del piano, mis costillas. Ahí conmigo, Tori Amos que se acerca, me besa, me abraza, la abrazo y comenzamos a danzar, escuchando nuestro canto, viéndonos mutuamente si decir palabras. Con mucho miedo me rozo, me muevo y canto también. Me rio nerviosamente y es como la primera vez que bailé a mis cuatro años con una chica, quería que fuera así, así lo es, como la primera vez, temblando. Se escucha Crucify, continúo aunque vacilando torpemente, mis manos, mis pies, mis orejas, mis ojos, mi cabello, cantan todos, teclas del piano, entre lo azul y lo verde de las paredes. Continúa Profesional Windows y pongo en práctica también mi profesión, comienzan a moverse los libros, la ropa, bailan como ritual, el ventilador gira y la luz se apaga y se enciende, se levantan las cosas, se toca, se rozan, se enredan. El espejo cae, se quiebra y los pedacitos en conjunto con la luz parpadeante hacen una discoteca. Al siguiente track los papeles vuelan, los cuadros se acercan a mí, disco eterno  toca mi pecho y dejo que la foca descanse sobre  la roca,  y que se abre una puerta, los colores se salen, los veo, no es mentira, los veo, de verdad, los veo. Estoy levitando y las telas, las luces, los objetos giran a mi redor. Grito, se abren mis poros, se abren tanto que comienzan a salir mis vísceras, la sangre, el agua, los huesos; me desprendo, me desvanezco. God, Tori Amos está ahí, yo estoy, existo, puedo volar, soy invisible. Me and a  Gun. Conmigo, con ella, que no dispararé,  que no puedo, que no funciono, que no disparo, que no debo, aunque quiera. De repente no veo más, el desprendimiento me ha desorientado. No comienzo a entender. Sigo  permitiendo que la música haga de mi lo que se le antoje Silent All These Years. Las palabras, los tonos y las melodías se comienzan a deformar, mi pálpito retrocede, y mi lengua lame mi lengua entrando en mi propia boca, mis ojos se une, mi piel está rozando la pared, pierdo sensibilidad, la conciencia, el sentido, la razón.

Estoy a oscuras, parpadeo porque breves destellos me impulsan, y ella se va, se va lejos, se fue, o yo me estoy quedando dormido, es el silencio. Abro bien los ojos, ella ya no sigue sonando y todo está como lo dejé, estoy como me dejó: completito, intacto, inmóvil.  Acostado, viendo eso destellos, que son unos pedacitos de espejo furtivos, que vuelan de regreso a su marco, la lista vuele a sonar otra vez, pero apago el “reproductor”. Mejor me duermo y comienzo a soñar con la realidad. 

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