Esperar que el sol
salga, después de una noche de desvelo y
hacerse más preguntas que nunca es un intento por poner el dedo tratando de
permanecer siempre en la oscuridad de la madrugada cuando es inevitable que ese
sol venga y aparezca. Puedes haber muerto y él seguirá saliendo, por eso es muy
importante bajar la guardia y guardar el pulgar, ese que intenta ocultarlo, y
preparar un café para seguir leyendo el libro, o escribiéndolo.
[Volver a sentir
la sensación de ese libro, la sensación de gustarte mucho y recordar que la
noche anterior tuviste que caminar mucho hacia tu casa, porque el bus te dejó
muy lejos por haber penetrado tanto en la historia que perdiste la noción
aristotélica]
Todo toma sentido esta mañana, todo
tiene sentido en este corazón, gracias al calor que impregna el café y la
razón. El libro no es más que el sol, un sol que no quema, un sol de inicio de
día, un sol ante un cielo despejado, unos ojos ante un techo despejado; gracias
a ello sentir que tu espacio se hace más grande como tu angustia y tu miedo.
Por favor no intentes recompensarte los juicios y desvaríos en un momento de
escribir en tu diario. ¡Deja de escribir el libro, deja de leer el libro, hoy
es un día de enero, toma tu ropa deportiva y anda! Al terminar puedes volver,
después de una ducha, a hundirte en tus sábanas calientitas mientras escuchas
tu ópera favorita y comienzas a descansar de verdad, dejando que los sueños te
lleven a ese lugar desconocido y que vuelvas a perder la verdadera noción
aristotélica.
Soñar que te vas en un hoyo sin fondo
no tiene porqué desvelarte toda la madrugada.
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