viernes, 27 de enero de 2012

limpiando terreno


Esta mañana se levantó temprano, preparó la comida del almuerzo, se puso las botas y la ropa de ayer, tomó el chuzo y la bolsa de semillas. Al salir por la puerta de la cocina se enteró que no llevaba sombrero y volvió por el. Una vez listo, caminó hacia el terreno que le faltaba. Había al final de ese terreno un espacio vació en el que nunca había sembrado, habían rocas, y mucha maleza. Regresó a la casa y tomó el corvo, el azadón y la cuma. Tenia la plena convicción de sembrar en ese terreno que faltaba ya que necesitaba más ingresos y la cosecha del año anterior había sido devastada por unas constates lluvias, que en los noticiarios llamaron huracán. Removió la maleza, quitó las piedras, y fumigó. Terminó de sembrar el espacio que quedaba del terreno y descansó con la idea de que en el siguiente día prepararía la tierra del nuevo espacio que nunca había tocado.
Nuevamente se levantó temprano y con el azadón hizo los surcos, era una tierra muy blanda, quizá mejor que la otra. No tardó más y comenzó a meter el chuzo, abriendo para poner los tres o cuatro granos de maíz, luego poner el zapato para tapar y aplanar lo sembrado. Así sucesivamente fue llenando de tres o cuatro granos cada uno de los espacios entre la medida de una cuarta de mano, los cinco surcos que había hecho en aquel nuevo terreno que antes solo era barranco de piedras y maleza. Esa noche no soportó las ganas de contarle a su mujer que había sembrado en el barranco. La mujer muy asustada le dijo que debió haber dejado ese lugar tal como estaba, porque una culebra pudo haberle salido y mordido la pierna.
A la mañana siguiente la mujer se levantó de madrugada para ir a ver si era cierto. Volvió a la casa y preparó el desayuno y luego fue a levantar a su marido, lo sentó y él comió. Mientras comía, ella le cambió la venda de la pierna y le puso más trapos mojados en el cuello y la frente. Al terminar, él tomó su azadón, su chuzo y se fue a trabajar. Y ella se quedó esperando a que volviera por el sombrero y también esperando que en la noche le contara, lo que ya sabía.

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